El Mas de Blasco.
En un alto, al otro lado del río en que está emplazado El Huergo, se encuentra el Mas de Blasco. Hoy, una nave de construcción reciente para almacenar el grano es el único edificio que está en pie. El resto se encuentra en ruinas. La tierra de labor es un extenso terreno de siembra plano, con algunos olivos en el lindero y rodeado de pinos. Son unas 100 Has de las que 40 se dedican a cereal y el resto es pinar. El relieve se alza ligeramente al noreste de la Masía.
Hay unas diez o doce edificaciones de adobe de dos o tres plantas, en medio de la tierra de labor. De ellas, tres se dedicaron a vivienda. Destaca la ermita de la Virgen de los Dolores, de planta cuadrada y de paredes de barro, que tenia su portada formada por un arco de piedra, hoy desaparecido.
El Mas de Blasco estuvo ligado al apellido Blasco, siendo el último heredero de esta familia, que residió en el Mas, Manuel Blasco Gasión, hijo de Manuel Blasco Molinos. Vendieron la masía para comprar una magnífica finca de naranjos en Vinaroz, “El Corralé”. El padre, Manuel Blasco Molinos, era hermano de Maria Rosa, que casó con el “hereu” del Güergo, Manuel Martín Giner. El padre de ambos, también Manuel, casó con Pascuala Molinos Prats, que era del Mas de los Frailes del Forcall y no la dejaban casar fuera de su tierra, porque era muy guapa. Un hermano suyo, Vicente Molinos Prats (1829-1901), que fue quien descubrió, labrando, el riquísimo yacimiento arqueológico del Forcall, la “Moleta dels Frares” en la masía familiar, casó con Miguela Giner Asensio, hermana de Bárbara Giner del Güergo.
El comprador de la masía provenía de Morella, pero no tardó en venderla de nuevo. El actual propietario de la tierra es un agricultor de Mas de las Matas, donde reside y desde donde la trabaja.
Del año 1713, data una escritura de venta de un campo blanco, sito en la partida del Mas de Blasco, otorgada por Pedro Giner, tejedor, y Ángela Abello, cónyuges, vecinos de Castellote, a favor de Agustín Giner, del Güergo, por la cantidad de 600 sueldos jaqueses.
La buena relación de vecindad entre los Blasco del Mas de Blasco y los Giner del Huergo se pone de manifiesto en varios documentos del siglo XVIII. Así, en una escritura de 1771 sobre riego para sus huertas, que eran limítrofes, se establecen unas reglas para el buen uso del agua que en ocasiones escaseaba.
“de una parte, Gerónimo Blasco y Joseph Giner de Joseph, y de la otra, Agustín Blasco y Miguel Blasco, mancebo, hijo de la viuda de Joseph Blasco, todos labradores y vecinos de la presente villa, y residentes en las masadas del puente arriba, los quales Dixeron que, en atención a que a costas y expensas de dichos quatro otorgantes han construido una acequia nueba para el riego de varios fundos suyos, situados en el término de la presente villa, al Varranco de Rivarroyas llamado de las Ollas, y a fin de evitar questiones y disensiones en adelante en el uso de sus riegos, se han conbenido amigablemente en que desde el dia de oy en adelante, de los siete dias que componen la semana, han de regar y usar de dicha azequia Primeramente el día primero Domingo contando desde las doce de la noche de el savado hasta las doce de la noche de el dicho domingo, ha de ser el riego de Miguel Blasco, su madre y havientes derecho, y los dos dias inmediatos que son lunes y martes, ……”
Por los testamentos, se comprueba la confianza en los vecinos del Huergo, que también en ocasiones tenian relaciones de parentesco. En 1839, en el de José Blasco, labrador, y Teresa Carbó, conyuges, dejaban a su nieto Manuel Blasco, en cuya compañía vivían, como heredero universal. Nombraban como ejecutores testamentarios a sus convecinos Juan Giner de Manuel y Juan Giner de Francisco, labradores. Eran testigos Mosen Manuel Rebullida, cura párroco en Las Planas y Mosen Juan Antonio Giner, presbítero,beneficiado de la misma 1.
“Finalmente: nombramos en executores de este nuestro último testamento, y en exoneradores de nuestras Almas y conciencias a Juan Giner de Manuel y a Juan Giner de Francisco, labradores, nuestros convecinos, a los cuales juntos y de por sí, les damos todo nuestro poder que según fuero, derecho, o en otra manera, mas podemos atribuirles, concederles y darles.”
Los bienes que formaban el patrimonio de la familia Blasco del Mas de su nombre, los detallan algunos testamentos, como el de Mª Antonia Ejarque en 1883, o los posteriores de Manuel Blasco y Pascuala Molinos. En la masía tenían una casa de 3 pisos y 160 metros cuadrados valorada en 600 pesetas, un pajar de un piso valorado en 40 pts y una era también valorada en 40 pts. El corral de ganado estaba en el barranco de la morera y su valoración era de 20 pts. Los muebles de la casa, las ropas y los enseres (1.000 pts), las caballerías y el ganado lanar y cabrío (6.000 pts) y los frutos y aperos de labranza (2.000 pts), daban idea de la pujanza de los Blasco. Las fincas y otras propiedades, abarcaban un amplio territorio. Heredades en el Huergo, en Perojil, en el Mas de Terreros, en la Molilla, las Cuevas de Cañart, en Castellote el Sabinar y el Mas de Anento, parte del molino del Huergo valorada en 100 pts y una casa en Las Planas, fincas en Santolea, Luco, en el Mas de Lej, etc. El valor total que se establecía testamentariamente era de casi 25000 pts.
A mediados de 1800, además del “hereu” y su familia, entre los vecinos que habitaban la masada las escrituras mencionan a José Membrado, casado con una de las hijas de los Blasco.
La escuela estaba en Las Planas y alli aprendían a leer y escribir. En el siglo pasado, los hijos varones que heredaban la propiedad aprendían las letras y hacían unos estudios primarios que luego les permitían llevar una contabilidad de la entidad familiar. Esto se comprueba en los documentos, en los que se puede ver, por ejemplo, que Blas Martín Espallargas, del Huergo, firmaba en el testamento de Miguel Guillén y Ejarque por el testador y por uno de los testigos, Andrés Membrado y Blasco. La mayoría de las mujeres, cómo Pascuala Molinos que bajó de un Mas del Forcall, tampoco sabían firmar. Ya en el siglo XX, cambiarían las cosas y el interés por la educación se extendía a todos los masoveros, incluidas las mujeres.
La apacible y esforzada vida de los habitantes del Mas de Blasco, basada en el trabajo agrícola y el cuidado de los animales, tan sólo se vio turbada por las guerras civiles que llegaron hasta el último rincón de la geografía. En la última guerra, los “rojos” destrozaron el interior de la Ermita de la Virgen y amedrantaron a los moradores tan sólo por sus creencias. Además, en los años de posguerra, hubo un trágico episodio protagonizado por los “maquis”, que se relatará mas adelante. Aparte de otras razones ya citadas, también estos sucesos coadyuvaron a tomar la decisión de abandonar la masía a la que la familia Blasco había estado ligada varios siglos.
1 Algunas escrituras y documentos antiguos sobre el Mas de Blasco, obran en poder de la familia Blasco, de Vinaroz.